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15/01/2024

LOS DÓLARES QUE NO NOS QUEDAN SON LAS EXPORTACIONES QUE NOS FALTAN

Las ventas al exterior de Argentina crecieron menos que el promedio mundial y muy por debajo de los países vecinos.




 

Si cualquier negocio o industria vende cada día menos, su destino no puede ser de mayor riqueza. Pronto tendrá problemas para sostenerse, y ni pensar en crecer.

La participación de las exportaciones argentinas en el comercio global caería a 0,24% al final de este año, la más baja de toda la historia argentina. Las exportaciones cayeron 25% en 2023.

Las empresas exportadoras eran 10.093 en 2013 y ahora son 8.213, mientras que las pymes exportadoras cayeron 25% en ese plazo, según datos de la Cámara de Exportadores de la República Argentina (Cera).

En los últimos 20 años, observamos diferencias notables. Las exportaciones en el mundo crecieron 226% en ese período.

En los 20 años analizados, el líder en América latina fue Bolivia con un aumento de sus ventas a todo el mundo de 715%, luego viene Perú con 544%. Las exportaciones de Argentina están muy lejos de esos porcentajes: sólo crecieron 195%. Las exportaciones de nuestro país, no solamente aumentaron menos que el promedio mundial, sino muy por debajo de nuestros países vecinos.

Para seguir ejemplificando, las exportaciones de Ecuador en los últimos 20 años crecieron 485%, Uruguay (406%), Chile (371%), Brasil (360%) y Paraguay (285%), todos por arriba del 195% de Argentina. Lo que vendemos de menos, son los dólares que hoy nos faltan.

Esto significa menos exportaciones al mundo, menos empleo y la siempre agobiante falta de dólares.

APOSTAR AL VALOR AGREGADO

Para vender más hay que producir más, aunque deberán ser bienes y servicios que demande el mundo y cuyo precio se sostenga o suba en el tiempo. Para eso es necesario aumentar el valor agregado de cada tonelada exportada.

El valor de cada tonelada exportada por Nueva Zelanda es de U$S 912 mientras que en Argentina esa cifra es de U$S 470.

Tal vez sea interesante contar esta historia. Estados Unidos es el mayor importador mundial de chocolates, y podría comprarle estos a Suiza o Bélgica, aunque se los adquiere mayoritariamente a su vecino Canadá. Este país no tiene un metro cuadrado donde pueda producir cacao o azúcar. El cacao lo compra a Costa de Marfil y el azúcar lo importa desde Brasil. Procesa esos insumos, le da valor, marca, posicionamiento y, con el origen –Canadá-, no paga aranceles de importación al ingresar a Estados Unidos, por el acuerdo comercial firmado entre México, Estados Unidos y los canadienses.

Compran dos insumos indispensables, fabrican, generan empleo y luego le venden al mayor comprador global de chocolates.

 Ante una situación similar, deberíamos tomar la soja de la región (Paraguay, Bolivia, Brasil) y transformarla en harina y aceites para el mundo, igual con la leche en quesos y subproductos.

Por ahora exportamos vinos a granel, maíz y trigo. Como dicen los expertos, el maíz debe salir con un salto de valor agregado, como biocombustible, plástico, aceite, harina y tantos más que sería muy extensa la lista.

Al dividir las exportaciones por cantidad de habitantes, Nueva Zelanda vende al mundo por U$S 7.630 por habitante y nosotros por U$S 1.220. Esa diferencia significa menor calidad de vida. Para llegar a ese monto, hay que mejorar competitividad, productividad y eficiencia tanto en el sector público como en el privado.

Otro problema de Argentina es que sólo tres provincias representan 7 de cada 10 dólares exportados. Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba abarcan el 70,8% de las ventas externas. Sumando Mendoza, San Luis y Entre Ríos, la banda central exportadora, se conforma la región donde surgen 75 de cada 100 dólares vendidos al mundo.

Hay provincias que tienen exportaciones insignificantes, esto se vincula con empresas poco competitivas, con baja inserción internacional, y por lo tanto, estas provincias terminan viviendo del empleo público, sostenido por los impuestos pagados por las provincias exportadoras. Un desafío de un país diferente es generar proyectos diferentes para esas regiones, avanzar en competitividad y modificar la matriz productiva de las mismas. ¿Podrá ser un nuevo régimen de zonas francas, una opción para esas regiones?

TAREAS PENDIENTES DEL ESTADO

Además, el Estado tiene dos tareas pendientes muy importantes: acuerdos comerciales de libre comercio y facilitación de comercio.

Ocho de cada 10 exportaciones chilenas no pagan arancel de importación cuando llegan a sus mercados de destino. En Argentina, 7 de cada 10 pagan tributos de importación al acceder a diferentes mercados.

Un producto con el cual competimos con Chile alrededor del globo es el vino. Cuando Chile exporta vino a Estados Unidos y la Unión Europea, no paga arancel de importación. Una bodega argentina al vender a Estados Unidos debe pagar un arancel de 19,8 centavos de dólar por litro o de 7.36% en Europa, eso quita competitividad y le facilita el ingreso al resto de los competidores.

Por otro lado, hay un déficit en la Facilitación de Comercio, donde por ley debió configurarse el Comité Nacional de esta temática y aún no funciona. Este comité debería trabajar para reducir tiempos y costos para exportar e importar. La Aduana de Singapur, una de las mejores del mundo, rediseñó los pasos para exportar y significó una reducción de 9% para los operadores.

Según el estudio del Banco Mundial sobre Índice de Desempeño Logístico (IDL), las mejores aduanas de América latina son Chile que lidera el ranking junto a Panamá que obtienen un 3 como calificación, luego Brasil y Uruguay ambos con 2,9, y en el quinto lugar Costa Rica (2,8). Detrás vienen Argentina, Perú, Colombia y México calificados por su desempeño logístico.

Los costos de los trámites de importación y exportación son de tres a seis veces más altos que en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde).

En digitalización de los procesos aduaneros, Argentina está por debajo de México, Perú, Chile, Brasil, Uruguay y Paraguay, superando solo a Honduras y Bolivia.

El mundo está yendo hacia ventanillas únicas de comercio exterior regionales, donde los documentos que se presentan en un país, se presentan también en la aduana del país de importación. Corea impulsa una ventanilla única global, mientras Argentina aún no puede terminar de completar la suya.

Siempre se habla sobre las retenciones, aunque la debilidad de las exportaciones es multicausal, sino recordar que cuando Macri devaluó en 2015 y bajó los impuestos a la exportación, las exportaciones no aumentaron, debido a otras causas, entre las que cuentan la debilidad de la economía global.

Otro tema son las importaciones. 70% de los fertilizantes son importados y las compras cayeron 20% el año pasado. El 52% de la soja tiene deficiencias de fósforo. También necesitamos más máquinas y tecnología. Mercaderías que nos hagan más competitivos para poder salir a exportar. Hoy no hay dólares, y los que hay se usaron con dudosa discrecionalidad. Argentina está entre los 10 países más cerrados del mundo, según el Banco Mundial, grupo donde también está Cuba, Etiopía y Brasil.

El 2024 podremos volver a exportar U$S 90 mil millones con un indispensable superávit de U$S 20 millones. Tenemos sectores e industrias competitivas pero no somos un país competitivo, tenemos a Lionel Messi, solo que en comercio exterior lo ponemos de arquero y al –Dibu- Martínez de nueve. Hay que armar un sistema que premie al exportador, facilitando los procesos y bajándole la carga tributaria. Dejar de decir que la exportación importa, y llevar las palabras a los hechos. Necesitamos importar, somos el país más cerrado de la región (15% del PBI en importación), ningún mercado pudo desarrollarse sin tecnología, insumos e insertando su producción en las cadenas globales de valor.

Todo eso nos llevó del puesto 25° al 70° por el tamaño de nuestra economía. Los dólares que no nos quedan, son las exportaciones que nos faltan.

 Fuente: Gustavo Scarpetta  - La Voz