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10/08/2021

LAS DIFICULTADES DEL MERCOSUR, BAJO LA LUPA

Treinta años después de su creación, el bloque mantiene su vigencia en la dimensión existencial, es decir, por qué trabajar juntos; pero las diferencias existen en el plano metodológico: cómo llevarlo a cabo




Al crearse el Mercosur, se optó por una unión aduanera. Los artículos 1, 2 y 5 del Tratado tienen elementos esenciales del pacto firmado. Pero sus dimensiones políticas y económicas son más profundas que las preferencias comerciales. Implican la idea de trabajar juntos para lograr una inserción internacional inteligente, efectiva y eficaz de los países miembros del Mercosur.

Treinta años después, mantiene su vigencia la dimensión existencial del Mercosur, esto es, por qué trabajar juntos. Las diferencias existen en el plano metodológico. Esto es, cómo trabajar juntos.

Son diferencias naturales en un proceso voluntario de integración entre naciones soberanas que no se plantean dejar de serlo, y cuyo objetivo es compartir el ejercicio de sus soberanías sin perder sus individualidades como naciones. Las instituciones y reglas que se crean implican disciplinas colectivas para llevar adelante la construcción de la integración procurada, la que puede llevar más tiempo que el imaginado. De ahí que el camino hacia las metas procuradas requiera de adaptaciones frecuentes.

Los problemas no provienen entonces de la adaptación continua de la integración a cambios frecuentes en las realidades de los países participantes, y del entorno regional y global en el que se insertan. Pueden resultar de deficiencias de métodos empleados para re-orientar el recorrido del camino trazado o revisarlo cuando fuere necesario por el peso de las realidades. Y son problemas que pueden exteriorizar deficiencias en los métodos utilizados para concertar decisiones conjuntas o asegurar su puesta en práctica. O en la elaboración de las posiciones nacionales con respecto a la evolución de las realidades. Y también pueden resultar de deficiencias de diagnóstico sobre tales realidades, por los actores gubernamentales, el sector empresario, o los múltiples y diversos actores sociales.

Un país que percibe dificultades para modificar la dimensión metodológica y considera que ello afecta sus intereses nacionales, tiene siempre la opción de retirarse del pacto. Pero las deficiencias metodológicas pueden resolverse modificando reglas y disciplinas comunes pactadas, incluyendo las del propio pacto constitutivo.

En la perspectiva de lo antes esbozado, cobra toda la importancia que tiene en el Mercosur el buen diagnóstico sobre cuáles son sus dificultades prácticas para navegar un mundo en un continuo proceso de cambio.

Pero asumiendo que los diagnósticos sean correctos, no sería por cierto ello suficiente. Lo que realmente se requiere para encarar crisis metodológicas en un proceso de integración, sobre todo si tienen potencial para derivar en crisis existenciales, son mecanismos eficaces de concertación de intereses nacionales en función de los percibidos como comunes. E implica liderazgo político en el más alto nivel de los países involucrados, capacidad de concertación de algún órgano común del proceso de integración, y protagonismo activo de los múltiples sectores económicos y sociales.

Es hoy oportuno destacar tres cuestiones relevantes para modernizar el Mercosur, y restablecerle un grado aceptable de credibilidad y eficacia.

La primera se refiere a las metodologías de apertura de los respectivos mercados y su incidencia en las negociaciones comerciales internacionales. La segunda, a los métodos que se aplican para la adopción de decisiones conjuntas, que también inciden en el desarrollo de una agenda común de negociaciones comerciales con otros países. Y la tercera a la metodología para asegurar que la integración esté basada y orientada en reglas de juego comunes.

Fuente: Félix Peña LA NACION